El Tour de La Manada pretendía comprobar cómo la maquinaria mediática tritura los hechos y los reescribe, construyendo una ficción que define nuestra percepción del mundo. Lo interesante es que ha disparado un proceso que pone de manifiesto cada pieza, pequeña o grande, de ese engranaje, cuyo fin último es mantener el statu quo de las élites económicas, que son propietarias y anunciantes de los medios de comunicación.
Ilustración: Clara S. Prous

Para la publicación sobre el tour de La Manada desarrollé un texto donde abordo esos engranajes, llegando a estas características de los medios:

  1. Hacen que el público se figure que está informado y que conoce los asuntos importantes. Pero esto solo ocurre cuando la utilidad de la información coincide con el beneficio de los oligarcas.
  2. Anulan la capacidad de reflexión por su inmediatez y velocidad y la necesidad de agradar a público y anunciantes.
  3. A través de la publicidad, verdadero contenido de los medios, son los principales responsables en hacer de la mercancía un fetiche. Son, por tanto, el sostén principal del orden social objetificado, esto es, la relación entre personas mediada por los objetos que poseen.
  4. Anulan la capacidad crítica porque no abordan ningún tema que pueda poner en peligro la estructura social.

A partir de estos puntos tomo en cuenta cómo una ideología con aspiraciones de ser hegemónica entra en esa maquinaria, degradándose en el camino. Parto de la teoría de Gramsci para elaborar la “pirámide de la hegemonía”:

Por último abordo como el feminismo se encuentra en una fase de fariseización muy acelerada debido al cambio tecnológico, lo que causa una desconexión entre la intelectualidad, los poderes y el Pueblo. Una especie de revolución donde algunos tabús se eliminan, pero a la vez se imponen otros. Es en este caldo de cultivo donde la excesiva condena del Tour de La Manada ha podido tener lugar.

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