La comunicación digital, a través de la cual cualquier persona puede crear y expresarse, es el sueño de muchos pensadores revolucionarios. El meme toma del collage dadaísta su composición formal y de la degradación surrealista el uso irreverente de los signos y símbolos; las redes sociales rompen la “sociedad del espectáculo” teorizada y criticada por los situacionistas, y consiguen que todo el mundo sea emisor, como anticipaban Bertolt Bretch o Walter Benjamin. Pero el Pueblo a menudo no tiene los mismos intereses que sobre él proyectaron los pensadores revolucionarios.
Tras cuatro años infiltrado en grupos de Facebook del PP y Franco, en este libro analizo los memes y mensajes desde la perspectiva de varios movimientos artísticos del siglo XX.
